Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
Este mes de diciembre, lleno de actividades, reuniones y compartir con los seres queridos en muchos casos, en otros la distancia también nos hace replantear muchas cosas. Leyendo sus comentarios en mis redes sociales sobre la historia de Carmelo, quiero seguirles contado esto, porque son patologías bastante comunes.
Carmelo se encontraba confundido y con la visión borrosa, un frío intenso le producía violentos escalofríos. A lo lejos escucho una voz conocida, era el Dr. Barboza: -tranquilo Carmelo, ya estas operado, todo salió bien…, descansa, luego hablamos….
La garganta adolorida y carrasposa le recordaba el día después de una rumba, donde la música a todo volumen, obliga gritar la noche entera. Siempre se preguntaba cuál era la necesidad de someterse a tal castigo para festejar.
Una mano conocida, suave y cálida, entre cruzo sus dedos con los de él, su esposa fiel y consecuente había decidido apoyarlo a pesar de la turbulencia del escándalo vivido, le susurró al oído: – adelante mi valiente, de esta saldremos más fuertes.
Los días previos habían sido de múltiples exámenes y evaluaciones. Se encontró un corazón sano y en condiciones de soportar el trauma quirúrgico. La hipertensión y la arritmia fueron controladas gracias al tratamiento recetado por el Dr. Terán.
Carmelo estaba claro, mantendría una dieta baja de sal, alcohol con moderación, pocos enlatados y embutidos. No dejaba de recordar la suerte que había tenido al diagnosticar a tiempo estas dos patologías que pueden llevar a un infarto, la apoplejía y otras lamentables consecuencias.
Cuando ingresó a la clínica, se enteró por su abogado, de una gran noticia: la asistente administrativa quien lo acusaba de acoso laboral había sido puesta a la orden de las autoridades, por haber estafado a un comerciante con la misma treta que intentaba extorsionar a Carmelo. Pensó que eran buenos augurios, sus problemas se disipaban, recordaba aquel dicho “después de mucho llover siempre escampa… “
Días después, aún convaleciente, asistió a la consulta quien lo recibió con el afecto y calidez de siempre. Una vez examinado y revisado las pequeñas heridas a través de las cuales se practicó la cirugía laparoscópica, le dijo: -Carmelo has tenido una evolución muy satisfactoria, vas cicatrizando excelente, casi no te quedaran marcas.
-Lo mejor, es el resultado de anatomía patológica, nos reporta que efectivamente la lesión era un tumor renal de células claras, de tres centímetros de diámetro, con márgenes quirúrgicos negativos, es decir, no se extendió más allá de sus límites.
Barbosa le dijo con tono serio: -Te seguiremos evaluando periódicamente, pero te podemos considerar curado de este mal, de no ser por el simple eco realizado en la consulta de chequeo urológico anual, esta lesión de crecimiento silencioso y siniestro habría tomado cuerpo acabando con tu vida.
El tumor renal, es por orden de frecuencia, el tercer cáncer más frecuente en las vías urinarias. No da ningún síntoma hasta que está muy avanzado, manifestándose con su triada clásica: presencia de sangre en la orina, masa abdominal palpable y dolor del abdomen o parte baja de la espalda.
Si el tumor mide más de siete centímetros de diámetro o está ocupando la parte media del mismo, donde llegan y salen los vasos sanguíneos del riñón, será muy difícil conservar el órgano y la cirugía consistirá en su completa extirpación, de allí lo importante de realizar el diagnóstico en forma precoz.
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