En un acto que parece inspirado en un peculiar remordimiento navideño, un ladrón en Fort Collins, Colorado (EEUU), devolvió una estatua de cerámica del Niño Jesús, que había sido sustraída de un pesebre en la Old Town Square.
De acuerdo a medios locales, la figura fue entregada de manera anónima a una estación de bomberos, acompañada de una nota manuscrita en la que el ladrón expresaba su arrepentimiento.
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La nota decía: «Estoy realmente arrepentido, cometí un error tonto en el momento. No volverá a suceder».
El robo de la estatua ocurrió el pasado 17 de diciembre, y la comunidad de Fort Collins quedó al tanto del incidente debido a la amplia difusión en redes sociales.
Las autoridades locales habían compartido una imagen del presunto responsable, buscando información para identificar al sospechoso.
Sin embargo, tras la devolución de la figura, admitieron que no se obtuvo más información que pudiera confirmar la identidad o el paradero del culpable.
Aunque la pieza fue recuperada, algunas partes de la estatuilla, en particular los dedos, estaban dañadas al momento de su devolución.
Todavía no se ha determinado si el deterioro ocurrió durante el robo o si ya había sufrido algún desperfecto previamente.
La desaparición original de la estatua generó diversas reacciones entre los residentes. La mayoría lamentó el hecho, describiéndolo como un ataque a una tradición religiosa profundamente arraigada.
La celebración de los nacimientos del Niño Jesús se remonta al siglo XIII y se atribuye a San Francisco de Asís. En 1223, él recreó la escena del nacimiento de Jesucristo utilizando figuras vivientes y un pesebre real para representar el nacimiento en Belén.
Esta práctica ganó popularidad rápidamente y se expandió por Europa, dando origen a la costumbre de montar nacimientos con figuras de barro, madera o cera en iglesias y hogares durante la Navidad.