Francisco Hernández-Corona, un migrante indocumentado que logró graduarse en la Universidad de Harvard, tomó la difícil decisión de abandonar EEUU y regresar a México junto a su esposo, Irving Hernández-Corona, ciudadano estadounidense.
De acuerdo con lo reseñado por la cadena televisiva Telemundo, la pareja, que había celebrado su matrimonio en otoño pasado, enfrentó un clima de incertidumbre y miedo debido a las políticas migratorias de la administración actual liderada por el presidente de EEUU, Donald Trump.
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La presencia constante de agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas de EEUU (ICE, por sus siglas en inglés) en su comunidad y el temor a una posible deportación los llevó a tomar una decisión que nunca imaginaron: dejar el país que habían llamado hogar.
La historia de Francisco es un testimonio de resiliencia. Llegó a Estados Unidos a los 10 años, cruzando el desierto con un «coyote», enviado por su padre abusivo.
A pesar de los desafíos, destacó en la escuela y fue aceptado en Harvard en 2009, donde estudió psicología clínica y se graduó en 2013.
Sin embargo, su estatus migratorio siempre fue un obstáculo. Aunque solicitó protección la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés) y una visa VAWA (Ley de Violencia contra la Mujer) debido a la violencia que sufrió en su infancia, las restricciones legales y su entrada irregular al país le impidieron regularizar su situación.
Debido a esta situación, el miedo a la deportación se convirtió en una constante en su vida. Cada golpe en la puerta, cada patrulla en la calle, cada noticia sobre redadas migratorias aumentaron su ansiedad.
“Nunca fue nuestra intención irnos en estas circunstancias. Nos fuimos, básicamente, huyendo”, confesó Irving.
La pareja decidió viajar a Puerto Vallarta, México, donde finalmente encontraron seguridad y una cálida bienvenida.
“Todos nos decían: ¡Bienvenidos de vuelta a casa! ¡Pertenecen aquí!”, relató Francisco, aunque el dolor de dejar atrás a Estados Unidos sigue presente.
Ahora, en México, Francisco e Irving intentan reconstruir sus vidas. Aunque el miedo y la tristeza persisten, también encuentran espacio para la esperanza.
Francisco expresó que espera algún día regresar a Estados Unidos, criar a sus hijos con Irving y, con suerte, enviarlos a Harvard.