Por María Laura García
Quizás te lo has planteado o preguntado alguna vez, y ciertamente resulta espiritualmente inquietante, para muchos, el responderse esta pregunta. Siendo objetivos o no, el análisis que amerita dar contenido a esta interrogante, siempre nos pone en la posición de visualizar si nuestra existencia tiene sentido o no. De hecho, yo me he preguntado: ¿Qué es vivir? ¿Qué sería sobrevivir? ¡He allí el dilema!
Cuántas veces en una semana le has preguntado a alguien “¿Qué tal te va?” y esa persona te responde con un “¡Sobreviviendo!” Y pienso … ¿Por qué dice eso de “sobreviviendo”? ¿Cómo no contesta “VIVIENDO” con mayúsculas?
Sera porque muchos de nosotros vivimos en modo de “supervivencia”, tratando de cumplir con todas las demandas que la cotidianidad nos impone, sin foco y sin una dirección clara. Ahora bien ¿Cómo podemos vivir por vivir? ¿Qué significa vivir asi? ¿Cómo se puede avanzar y tener bienestar sin metas o un rumbo preciso? Independientemente que uno NO tiene el control del todo y la vida nos va transformando la ruta, siempre deberíamos estar claros de lo que deseamos y hacia donde vamos o en donde pretendemos acabar. Incluso, es posibles que por momentos sintamos angustia por el futuro o añoranza por el pasado, pero esto no puede suceder el 100% del tiempo, pues así, no estaríamos VIVIENDO el presente.
Tenemos que bajarle a los estados de alerta, para minimizar la ansiedad y evitar la depresión. Tengan en cuenta que en el “modo de supervivencia” nos aferramos a lo que tenemos o a lo que queremos tener, y nos olvidamos de SER, en el aquí y en el ahora, para “disfrutar del camino” rumbo a la meta.
¡Agobios del que sobrevive!
Sin ser especialista en salud mental, acá les comparto los míos…
- Estás muy estresado y te sientes abrumado por las tareas pendientes. Decimos permanentemente “tengo que”.
- Te quejas de ser esclavo las circunstancias, de las obligaciones o de otras personas. Casi nunca haces lo que quieres.
- Sientes que la inercia te empuja a diario, es decir, que la mayoría de las veces no eliges tú, sino que haces lo que otros te van pidiendo y lo que se espera de ti, mas no lo que tu te propones.
- Muchas de las cosas que haces son para evadir o por llenar el tiempo, por consiguiente, solo te brindan una satisfacción pasajera, engañosa, y al finalizar te sientes vacío. Ej.: compras por impulso cosas que no necesitas, pierdes mucho tiempo en las pantallas, abusas de la comida o del alcohol, trabajas en exceso, etc..
- Te falta ilusión o ganas de seguir adelante.
Ten muy en cuenta que, cuando “sobrevivimos”, nuestro corazón se llena de sentimientos negativos, tales como frustración, rabia o enojo sin razón aparente, angustia, apatía y desgano.
Hazte la siguiente pregunta ¿Vale la pena pasar lo que te resta de tu vida con estas sensaciones? No ¿Verdad? Entonces ocúpate.
¿Qué sienten los que viven?
Yo la mayor parte de mi vida he sobrevivido por el exceso de exigencia para conmigo misma y la necesidad de trabajar duro. Lo admito, he vivido siendo una esclava de mis metas, ya que para lograr lo que he soñado, me he esforzado en demasía porque nunca tuve a nadie que me ayudara. Todo lo hice sola.
Si, claro que me han apoyado muchos para comenzar mi equipo, pero por mi petición, no por mi lida cara.
Leí: ¡La vida es demasiado corta para sobrevivirla sin vivirla! «Vivir es urgente.» (Pau Donés cantante de “Jarabe de Palo”), Así que, dale la máxima prioridad.
- Amigos, vivir a plenitud es algo más que respirar y hacer lo mandatorio para seguir adelante. Vivir implica estar plenamente presentes en cada una de las cosas que hacemos o nos pasan a diario, sean estas buenas o malas.
- En nuestro corazón, debe estar presente la ilusión y la ganas de ser mejores y superarnos cada día. Llénate de metas y objetivos que te comprometan con la superación diaria y que esto no solo te beneficie a ti, sino a todos los que te rodean.
- Debemos estar dispuestos a cambiar, transformarnos y, sobre todo, disfrutar del proceso. Vive desde el desapego. Se trata de ser mejores diariamente y para ello comienza por el autocuidado y el cultivo del amor propio.
- Tenemos que aprender bajarle el volumen a nuestro deseo de control para empezar a aceptar y fluir diariamente. Toma del pasado solo lo aprendido, conéctate con el presente y quítale ansiedad de futuro.
- Agradece cada cosa que la vida te da, para que las emociones predominantes en tu corazón sean la alegría y el amor. Valora no solo los grandes dones que tienes, sino también los pequeños.
- Acepta todo el tiempo, pues una de las cosas que más ansiedad nos genera es rebelarnos contra aquellos eventos que nos suceden y no nos gustan. Entiende que desde la rebeldía conseguimos frustración, rabia y tensión. Cambia la queja por responsabilidad, pues ante una situación que NO nos gusta, la queja nos deja en la misma situación y el asumir nuestra responsabilidad no hace accionar que es lo que nos saca del caos.
- Practica la meditación, el mindfulness o cualquier otra actividad que te ayude a estar en presencia plena.
Finalmente …
Si crees que las “mochilas” que llevas en tus hombros, te frenan y te mantienen sobreviviendo porque su peso te impide quitártelas de encima solito, busca ayuda cuanto antes, no pierdas más tiempo, porque como te dije, este es el recurso que menos tenemos. Muchos profesionales del ámbito terapéutico y emocional te pueden acompañar en el proceso.
Tú mereces VIVIR con mayúsculas ¿Qué esperas para comenzar?
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