Murió Dick Cheney, el vicepresidente que marcó la política exterior de EEUU tras los ataques del 11-S

Luis Alfredo Ledezma
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Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos y figura clave en la política contemporánea, falleció a los 84 años debido a complicaciones de neumonía y problemas cardiovasculares. Su legado, marcado por decisiones trascendentales en política exterior y seguridad nacional, deja una huella profunda en la historia reciente del país. 
Dick Cheney, el vicepresidente más poderoso de la era moderna estadounidense / Archivo

Dick Cheney, exvicepresidente de Estados Unidos y figura clave en la política contemporánea, falleció a los 84 años debido a complicaciones de neumonía y problemas cardiovasculares. Su legado, marcado por decisiones trascendentales en política exterior y seguridad nacional, deja una huella profunda en la historia reciente del país. 

La propia familia de Dick Cheney confirmó su fallecimiento a través de un comunicado. “Su amada esposa Lynne, con quien compartió 61 años de matrimonio, sus hijas Liz y Mary, y otros familiares lo acompañaron en sus últimos momentos”, reza parte de la nota.  

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Cheney, quien fue vicepresidente durante los dos mandatos de George W. Bush (2001–2009), es recordado como una de las figuras más influyentes y controvertidas de la política estadounidense. Su estilo reservado, pero decisivo, lo convirtió en un actor central en la toma de decisiones tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. 

Antes de llegar a la vicepresidencia, Cheney ya había ocupado cargos de alto perfil, como secretario de Defensa bajo George H. W. Bush y jefe de gabinete de la Casa Blanca durante la presidencia de Gerald Ford.  

Su carrera política se caracterizó por una visión conservadora firme y una defensa inquebrantable de los intereses estratégicos de Estados Unidos.  

Fue uno de los principales arquitectos de la llamada «guerra contra el terrorismo», promoviendo las invasiones a Afganistán e Irak como respuestas a las amenazas globales.

UN VICEPRESIDENTE PODEROSO  

Durante su vicepresidencia, Cheney acumuló un poder inusual para alguien en su cargo, moldeando políticas de seguridad nacional, autorizando programas de vigilancia y defendiendo técnicas de interrogatorio que generaron intensos debates éticos y legales.  

Su figura polarizó a la opinión pública: para algunos, fue un defensor implacable de la seguridad nacional. Para otros, un símbolo del intervencionismo y la opacidad gubernamental.  

Cheney y Bush en el Pentágono en 2006 / Archivo

CRÍTICO DE TRUMP  

En sus últimos años, Cheney se distanció del rumbo de su partido, convirtiéndose en un crítico abierto de Donald Trump, a quien calificó como “la mayor amenaza que ha conocido la república”. 

«Él (Trump) intentó robar la última elección usando mentiras y violencia para mantenerse en el poder tras ser rechazado por los votantes», dijo en agosto de 2022. 

También lo calificó de “cobarde” y señaló que “un verdadero hombre no mentiría a sus seguidores”.

TEMÍA SER UN OBJETIVO DEL TERRORISMO  

Dick Cheney nació en Lincoln, Nebraska, en el seno de una familia trabajadora; su padre se desempeñaba en el Departamento de Agricultura.  

Durante su juventud en Casper, Wyoming, destacó como líder estudiantil y cocapitán del equipo de fútbol. Gracias a su desempeño académico, obtuvo una beca completa para estudiar en Yale, aunque solo permaneció allí un año debido a sus bajas calificaciones. 

A lo largo de su vida, Cheney enfrentó serios problemas de salud, incluyendo cinco ataques cardíacos. Esta experiencia lo llevó a considerar que vivía con tiempo prestado.  

En 2013, expresó que cada mañana se despertaba “con una sonrisa en el rostro, agradecido por el regalo de otro día”, una reflexión íntima que contrastaba con su imagen pública de estratega firme y combativo. 

Durante su vicepresidencia, marcada por la lucha contra el terrorismo, Cheney tomó medidas extraordinarias para proteger su vida. Entre ellas, reveló que había desactivado la conectividad inalámbrica de su desfibrilador, temiendo que pudiera ser utilizado por terroristas para provocarle una descarga letal de forma remota.

Dejó a su esposa, Lynne Cheney, sus hijas, Liz y Mary Cheney, y varios nietos. “Dick Cheney fue un gran hombre que inculcó a sus hijos y nietos el amor por nuestro país y una vida de valentía, honor, amor, bondad y, sobre todo, de pesca con mosca”, se agraga en el comunicado.

“Le estamos profundamente agradecidos por todo lo que Dick Cheney hizo por nuestro país. Y nos sentimos inmensamente afortunados de haber amado y haber sido amados por este noble e imponente hombre”, apuntó su familia.

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