Por el Dr. Ricardo Soto-Rosa
Leopoldina era una mujer irreverente quien desde niña se reveló a toda norma, con sus compañeras del colegio descubrió el placer escondido tras el humo del tabaco, desde entonces no existía para ella, conversación ni actividad posible sin un cigarrillo de por medio.
Leopoldina tenía la voz ronca de la fumadora empedernida, así como dedos amarillentos y un característico aroma a tabaco rancio. Era una orgullosa mujer divorciada, de 56 años de edad, que jamás perdonó la infidelidad de su marido, a quien no quiso ver “más nunca en la vida”.
Su trabajo como periodista de sucesos en nuestra acontecida ciudad, la mantenía buscando noticias en permanente sobresalto, para luego llegar a su oficina, donde la esperaba una gigantesca jarra de café recién colado, para redactar de manera impecable los acontecimientos del día.
El riego diario de su jardín dejaba muchos pozos, sirviendo de criadero a los zancudos, quienes se ensañaron contra ella, acostumbrándose entonces, al uso diario de repelentes, tanto en el día como en la noche.
Otra de las aficiones de Leopoldina era la pintura al óleo, se deleitaba con el olor penetrante mientras rozaba el pincel sobre los blancos lienzos, donde plasmaba en vivos colores la hermosa naturaleza de aquel jardín.
Una tarde de domingo, al terminar de aplicarse un tinte negro azulado en su abundante cabellera, sintió deseos de orinar, fue hasta el impecable baño de su habitación, donde pudo satisfacer la necesidad sin molestia alguna. Una vez terminada la micción, Leopoldina vio con horror una orina color vino tinto. De inmediato recordó tantas advertencias hechas en vano por familiares y amigos con respecto a sus peligrosos hábitos, así como de la difunta Tía Amalia quien falleció, unos años atrás por cáncer de vejiga
Al día siguiente se le hacía muy difícil lograr la micción, requiriendo pujar y hacer otras maniobras con las que a duras penas lograba salir unas gotas. El jefe del Leopoldina le pidió ir directo a la clínica Los Altos, donde fue admitida de emergencia, encontrando una importante retención de orina en la vejiga que amerito colocar una sonda para drenar abundante orina con sangre.
Luego de diferentes exámenes se diagnosticó la presencia de un tumor de aspecto maligno en la vejiga de Leopoldina, el cual parecía extenderse hacia la profundidad de la pared.
El cáncer de vejiga es más frecuente en hombres que en mujeres, su aparición generalmente ocurre a partir de los 50 años de edad. Se trata de un tumor originado en las células de la superficie que recubre las vías urinarias, conocida con el nombre de urotelio.
Entre los factores de riesgo para sufrir este terrible mal está en primer lugar el consumo de tabaco, bien sea de manera activa o pasiva, otra causa muy importante es el contacto con sustancias presentes en los tintes o pinturas, que pueden ingresar por al contacto con la piel o por las vías respiratorias, debido a los olores aromáticos que estas desprenden.
También tenemos el uso frecuente de repelentes para la plaga, los cuales poseen algunos componentes cancerígenos. En el cáncer de vejiga también encontramos cierta predisposición genética donde hay mayores probabilidades de padecerlo si alguno de nuestros familiares directos lo ha sufrido.
El cáncer de vejiga puede dar diferentes manifestaciones, siendo la más común la presencia de sangre en la orina conocida con el término de hematuria macroscópica, es decir que la podemos observar a simple vista y estar o no acompañada de coágulos o también puede ser microscópica donde solo será identificada en un examen de laboratorio. Otro síntoma del cáncer de vejiga es el aumento de la frecuencia miccional con urgencia, así como sensación de que la vejiga no se vació completamente.
La sangre en la orina aparece de manera intermitente cursando con períodos asintomáticos donde el paciente deduce erróneamente: “ya pasó, todo está bien” para posponer o diferir su consulta al médico especialista.
El diagnóstico del cáncer de vejiga se realiza con un estudio endoscópico que consiste en progresar a través de la vía urinaria una fina sonda flexible dotada de un sistema óptico al cual se adapta una cámara, permitiendo la visualización interna del órgano para apreciar el tumor que en su gran mayoría, tiene el aspecto de unas algas,
las cuales se mueven suavemente al vaivén de la corriente de líquido.
Estos tumores se resecan en quirófano, bajo anestesia, por esta misma vía, permitiendo eliminar las lesiones y hacer estudios de patología para determinar si el mismo solo afecta la superficie de la vejiga o ha invadido las capas musculares de la misma, en cuyo caso está indicada una operación de mayores dimensiones donde a veces es necesario remover por completo el órgano y sustituirlo por una nueva vejiga hecha a partir del intestino.
Después de completar estudios y la debida preparación Leopoldina fue intervenida por vía endoscópica, resecando la extensa lesión tumoral que ya había penetrado las capas musculares de la vejiga.
Una vez recuperada y mejorada sus condiciones, el doctor le explicó que deberá extirpar por completo la vejiga y sustituirla por una nueva, construida a partir de su propio intestino.
Ahora Leopoldina está corrigiendo todos aquellos malos hábitos y preparándose con la mejor energía y disposición para ganar y salir con bien de esa dura batalla que se le avecina.
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