Las devastadoras inundaciones que azotaron Texas el pasado 4 de julio ya suman al menos 109 muertos y 161 continúan desaparecidas, principalmente en el condado de Kerr, epicentro del desastre.
El gobernador de Texas, Greg Abbot, sobrevoló en la mañana de este martes, 8 de julio, las áreas devastadas por las inundaciones, que provocaron la muerte de 87 personas solo en el condado de Kerr, donde se encuentra el Camp Mystic, un exclusivo campamento cristiano para niñas.
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De acuerdo con las autoridades, el río Guadalupe, normalmente sereno, se convirtió en una fuerza imparable que creció hasta ocho metros en menos de 45 minutos, arrasando campamentos, hogares y comunidades enteras.
Uno de los lugares más golpeados fue el Camp Mystic, un campamento cristiano para niñas, donde 27 menores y monitoras murieron y otras cinco niñas siguen sin ser localizadas.
Las escenas en el lugar son desgarradoras: maletas cubiertas de barro, rosarios entrelazados en manos de víctimas, y familias buscando entre escombros con la esperanza de encontrar a sus seres queridos.
Las autoridades locales han sido duramente cuestionadas por no ordenar evacuaciones preventivas. Es por ello, que Abbott anunció una sesión especial legislativa para revisar la respuesta estatal y mejorar los sistemas de alerta y evacuación.
Mientras tanto, el enfoque sigue siendo claro: ubicar, identificar y notificar a las familias afectadas. Para ello, equipos de rescate, voluntarios y hasta brigadas mexicanas se han sumado a la búsqueda, peinando riberas, removiendo escombros y enfrentando condiciones extremas.
“En este momento, este equipo está concentrado en traer a la gente a casa”, declaró el teniente coronel Ben Baker durante la reunión ante los medios.
Por su parte, el secretario de Salud de EEUU, Robert F. Kennedy Jr., declaró una emergencia de salud pública, garantizando recursos médicos para los sobrevivientes y afectados.