Por María Laura García
Antes de las redes sociales, las miserias del mundo y los corazones rotos, tan rotos que no pueden amar, ni ser generosos y ni tener misericordia ante las imperfecciones de otros, solo las observábamos en los psicópatas, los delincuentes, los dictadores, en los intolerantes y en aquellos que generaban los conflictos bélicos o los genocidios de la historia.
Pero resulta, que actualmente, las redes, los programas de opinión y de farándula o en aquellos escenarios donde la gente se siente con total derecho y dignidad para juzgar a los demás como si fuesen dioses, son las nuevas plataformas del odio y el desprecio, donde campea la miseria y maldad humana no asumida y reconocida como tal, que es lo mas grave. Pues todo lo que se dice, precisamente se expresa como si el emisor fuese el DUEÑO DE LA VERDAD y sin el más mínimo atisbo de empatía, es decir, lo que pueda sentir el prójimo no tiene ningún valor y se la tiene que “calar” porque es mi verdad, porque lo digo yo y es así.
Me da mucha pena ver cómo alguien escribe, _ “eres fea, eres china, ya ni vez de las cirugías (cuando si me conocieran supieran que mi papá me decía de pequeña, mi chinita, mi “Guajirite”, mi cachetoncita, mi muchachita”. ¡Te quiero papá y te extraño!); y eso, y mil cosas más que, si Dios no me hubiese dado una gran autoestima y un profundo agradecimiento por lo generoso que ha sido conmigo, estaría realmente deprimida. Es más, aunque pudiera responder argumentando seriamente para con mi verdad, hacerlos sentir peor, No lo hago, todo lo contrario, me contengo para no contestar una cantidad de cosas que por mi madurez estoy segura que los pusiera en su sitio, y me lleno de esa empatía y esa misericordia que no tienen éstos odiadores de sus vidas, para quedarme callada y reflexionar, sobre los pobres seres humanos que son.
Imaginen que fea existencia deben tener, qué aburrida y sin cosas importantes para hacer, que tienen el tiempo de criticar, escribiendo, que toma tiempo valioso, a esa persona que no conocen. Que puede haber en el corazón de un ser que es capaz de decirle a otra persona mensajes hirientes sin justificación. Yo no quisiera parecerme ni un poquito a esos “seres” que parecieran ser muchos.
Y terrible es ver que justifican todo lo que comentan, argumentado en que si no desean ser heridos o maltratados pues no tengan una vida pública como si eso fuese patente de corso para que otros te juzguen ¿Pero juzgar a otros por su físico es válido? Claro que no, y más cuando revisas sus perfiles y son personas que deberían revisarse entes de emitir juicios sobre otros: ¡Dan pena ajena! ¡Así se sentirán con respecto a si mismos!
De verdad, qué lástima que la vida que les tocó no les permita ser mejores o sentirse satisfechos. Revísense, siempre se puede cambiar y mejorar. No paguen sus frustraciones con los demás, porque nadie es responsable de sus miserias espirituales. La vida es la de aquellos que entienden que son absolutamente responsables de lo que tienen en su corazón y que en proporción recibirán. Así de simple.
Lo que proyectas y recibes es lo que tienen en el alma y das a otros. ¡Así que no te quejes!
Yo nací en un hogar con muchas limitaciones, de diversa índole, pero creo que lo que me salvó de ser una persona promedio espiritualmente hablando, fue las enseñanzas sobre el amor, el conocimiento sobre el respeto de los mandatos de Dios y los principios que vi mi familia. Eso guardó mi alma, el crecer en una gran familia, con defectos como todas, pero la mayoría de buen corazón.
Señores, antes de ser tan despiadados, véanse en un espejo, revisen su vida y párense un momento a pensar en cómo se sienten diciéndose a ustedes lo que le dicen a otros y que, por cierto, les iría como anillo al dedo. Sin duda, mucho de lo que tenemos en el corazón, o el cómo nos sentimos, es lo que vomitamos a los demás.
¿Por qué odian tanto y lo demuestran en su trato con otros?
Las personas envían mensajes de odio en las redes sociales por una variedad de razones, entre ellas:
Por su gran insatisfacción personal, reconocida o no, es decir, su gran frustración; sumado a la protección que les brinda el anonimato de las redes que los lleva a no cuidarse de la violencia verbal, ya que pueden escribir cosas que no dirían cara a cara. Las redes sociales son un instrumento incontenible para la divulgación instantánea de estos mensajes malintencionados, ya que se convirtieron en una válvula de escape social que muestra la “sombra” de los seres humanos, su lado interno oscuro.
Sin duda, la gran falta de empatía y los falsos sentimiento de superioridad que disimulan lo cierto que es su muy baja autoestima y los muchos complejos que tienen.
La tendencia a la discriminación por la falta de evolución humana que tristemente mantiene vigente la xenofobia. Es así como, el machismo, la xenofobia, la homofobia, el racismo, el antisemitismo y otras formas de intolerancia han tomado protagonismo en las redes sociales generando escenarios de amenaza que muchas veces terminan en violencia de diferentes tipos.
Finalmente, y muy importante…
Considera que los mensajes de odio pueden tener consecuencias graves en la vida de las personas, como el trastorno de estrés postraumático e incluso, daño emocional o psicológico que conduzca a la ansiedad, la depresión y el suicidio. Puede dar pie a episodios de violencia colectivos, a exclusión social y persecución en la redes o ciberacoso.
Todos deberíamos ser diligentes para trabajar en frenar el odio, como por ejemplo, no entrar en el juego de los haters, darles una segunda oportunidad, o explicarles que pueden expresar lo que piensan de manera respetuosa.
No compartas lo que pueda comprometer la autoestima, la privacidad o seguridad de otras personas y no te unas a comentarios prejuiciosos, racistas y llenos de maldad que no permitan mejorar las cosas o sumar.
Importante, verifica que la información que lees. Revisa si las fuentes son confiables para evitar así difundir data errónea. Revisa que tu contenido no sea dañino y léelo varias veces con “los ojos de otra persona” o como “si te lo estuvieses diciendo a ti mismo”, ya que lo que se comparte en internet se puede malinterpretar fácilmente.
En definitiva, se empático y generoso, da lo que te gustaría recibir.
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