El mensaje del papa León XIV a los venezolanos tras canonizaciones de José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles

Angel David Quintero
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El papa León XIV envió un mensaje de esperanza y fe a todos los venezolanos con motivo de las canonizaciones de los ahora santos José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles.

«Queridos hermanos y hermanas, los obispos de Venezuela han publicado el pasado 7 de octubre una carta con motivo del gozoso acontecimiento de ver en los altares a dos hijos de su amada tierra: San José Gregorio Hernández y Santa Madre Carmen Rendiles», dijo el papa en español y ante la ovación de todos los presentes en el Aula Pablo VI.

«Pidiéndole al Señor que este sea un fuerte estímulo para que todos los venezolanos se congreguen y sepan reconocerse como hijos y hermanos de una misma patria, reflexionando así sobre el presente y el futuro, a la luz de las virtudes que estos santos vivieron de manera heroica», continuó el pontífice.

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En este sentido, señaló cómo los fieles deben asumir estas canonizaciones.

«¿Cuáles son esas virtudes que deben motivarnos? Ciertamente la fe, Dios estaba presente en sus vidas y las transformaba, haciendo de la sencilla existencia de una persona normal como cualquiera de nosotros, una lámpara que en lo cotidiano iluminaba a todos con una luz nueva. Sin duda, también la virtud de la esperanza, si Dios es nuestra recompensa eterna, nuestros trabajos y nuestras luchas no pueden finalizarse en metas que además de indignas y degradantes son efímeras. Finalmente, la caridad que nace de acoger y compartir el don recibido que nos hace encontrar el verdadero sentido de una vida y nos pide que la construyamos por medio del servicio, sea a los enfermos, a los pobres, a los más pequeños», dijo.

Asimismo, destacó que hay que ver a ambos santos como guías que en vida atravesaron problemas similares a los que se siguen viviendo en la actualidad.

«¿Cómo puede la reflexión sobre estas virtudes ayudarnos en el momento actual? Puede serlo si al mirar a estas dos grandes figuras vemos en ellas, sobre todo a personas muy semejantes a nosotros, que vivieron enfrentando problemáticas que no nos son extrañas y que nosotros mismos podemos afrontar como ellos lo hicieron, siguiendo su ejemplo. Por otro lado, asumiendo que quien vive a mi lado, como yo, como ellos, está llamado a la misma santidad y, por ello, debo verlo ante todo como un hermano al que respetar y al que amar, compartiendo el camino de la existencia, sosteniéndonos en las dificultades y construyendo juntos el reino de Dios con alegría», concluyó.

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