El monseñor Mario del Valle Moronta Rodríguez, obispo emérito de San Cristóbal, falleció este lunes a los 76 años.
Ordenado sacerdote el 19 de abril de 1975, Moronta ejerció su ministerio en la Diócesis de Los Teques durante 15 años. Fue obispo auxiliar de Caracas desde 1990 y luego titular de Los Teques en 1995.
En 1999, con 50 años, asumió como el quinto obispo de San Cristóbal, cargo que ocupó hasta diciembre de 2024, cuando lo remplazó monseñor Lisandro Rivas. Su episcopado de 25 años, seis meses y 26 días es el segundo más extenso en la historia de esa diócesis.
Durante su gestión, promovió dos sínodos diocesanos, fortaleció el Seminario Diocesano, impulsó la formación de los laicos y modernizó la Universidad Católica del Táchira como su gran canciller. Fue también promotor de siete procesos de beatificación.
En el ámbito social y político, Moronta fue una voz crítica constante, tanto desde sus homilías como en declaraciones públicas. Denunció la corrupción, el narcotráfico y defendió los derechos humanos. Esta actitud le valió el respeto de muchos, pero también la crítica de algunos sectores. En 2014, el Concejo Municipal de Jáuregui lo declaró persona non grata, decisión que nunca revirtieron.
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Presidió en 2013 el funeral de Estado del presidente Hugo Chávez, con quien mantuvo comunicación constante durante su gobierno. Fue también impulsor de la construcción del nuevo Santuario del Santo Cristo, declarado por él patrono del Táchira y protector de los Andes venezolanos en 2007.
En el plano eclesiástico nacional, fungió como primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, cargo en el que lo reeligieron en varios períodos entre 2012 y 2024. Ejerció además como portavoz de la Iglesia en momentos clave, como en 2022, cuando abordó públicamente el manejo de denuncias de abusos sexuales dentro del clero.
Moronta dejó una vasta obra intelectual, con más de 25 libros publicados. En uno de sus últimos, El Hombre Nuevo (2022), propuso un manual de teología para laicos y reflexionó sobre el rol de la mujer en la Iglesia. Ese mismo año, la Universidad Nacional Experimental del Táchira le otorgó un doctorado honoris causa, donde planteó una visión fronteriza de región binacional entre Venezuela y Colombia.
Comprometido con los más vulnerables, impulsó desde San Antonio del Táchira una casa de paso para migrantes y trabajó junto al obispo de Cúcuta, Víctor Manuel Ochoa, en fortalecer la presencia de la Iglesia en la frontera.
En su última homilía del 6 de agosto de 2024 en La Grita, Moronta compartió experiencias personales, reveló haber sido agredido en esa misma ciudad años atrás y cómo el Santo Cristo lo ayudó a perdonar. También dejó por escrito que sus memorias personales no se publiquen hasta al menos una década después de su fallecimiento.
En su testamento, Moronta expresó su deseo de ser sepultado en la catedral de San Cristóbal, a los pies del Cristo del Limoncito, y que su corazón repose en el Santuario Diocesano del Santo Cristo en La Grita.