Por María Laura García
Una vida estática y sin motivación puede sumergirnos en un vacío emocional que ve exacerbado su poder destructivo en un entorno negativo, como el actual, lleno de circunstancias complicadas en el mundo entero. Además, lo veo, lo siento en lo personal, como un caldo de cultivo para cualquiera de los males mentales del siglo XXI: la ansiedad, la apatía o astenia y la depresión.
«Vivir para ser cada día mejor» es el punto de partida de las reflexiones que deberíamos tener a diario y especialmente en la Semana Santa, es decir, me refiero a esa búsqueda personal por ser mejores seres humanos para honrar a Dios según nuestra FE, pero además que ese deseo de evolución también se extienda a todos los hábitos de nuestra vida, independientemente de nuestro estatus económico o social pues no debe estar ligado solo al poseer sino más al ser. Se trata de ser el mejor hijo, hermano, amigo, el más servicial de la tienda si mi oficio es atender, el mejor estudiante y claro está sin el apego al resultado pues eso nos generará otros problemas o estresores.
Amigos, el propósito es dejar de lado el conformismo o la inercia del “vivir por vivir”. Esfuérzate en dar y ser el mejor, porque los resultados sobre nuestra alegría mental y satisfacción personal, fortalecerán nuestra autoestima a unos niveles que resultan la mejor vacuna ante los trastornos del ánimo.
Vivir desde una perspectiva proactiva y enfocada en el crecimiento personal, desechando el vivir por vivir o una existencia más pasiva y centrada en el momento presente, posiblemente sin un objetivo claro, implica tener un deseo de desarrollo individual, un aprendizaje permanente y la búsqueda de un propósito más profundo en la vida, pero te aseguro que los frutos de este esfuerzo, bien valen la pena.
Los que viven por vivir, no es que no vivan, pero su existencia no cultiva la trascendencia y está más centrada en los placeres inmediatos y mucho menos en lo que es la evolución personal.
Vivir para mejorar a diario, significa trabajar constantemente para alcanzar un desarrollo personal que se logra aprendiendo, creciendo y evolucionando como ser humano. Esto nos da un propósito y una motivación que son el punto de partida para fijarnos otras metas u objetivos, por tanto, tu vida tendrá diversas razones que la justifiquen o un nutrido IKIGAI. Que tu vida tenga un significado profundo, más allá de la mera existencia, nos mantendrá siempre “VIVOS de verdad”.
Tener deseos de cambiar, de mejorar son metas en sí, que se suman a otras metas más terrenales a mediano y largo plazo. Insisto, trabajar para alcanzarlas nos llenará de motivos para vivir, pero además ello nos impulsará a cambiar hábitos y patrones de pensamiento; algo muy necesario para alcanzar una mejor versión de uno mismo. Todo lo que a su vez nos mantendrá conectados en el aquí y en el ahora de manera sana para disfrutar realmente de la vida.
Aléjate del “Vivir por vivir” …
El crecimiento humano por lógica no es algo estático e inerte, sino que demanda que hagamos siempre algo y que nos relacionemos con el mundo que nos rodea en pos de mejorar, expandirnos gracias a nuestra creatividad y si nos sale todo bien pues trascender.
Cuando este impulso vital no existe, posiblemente experimentaremos tristeza, abulia, desasosiego, ansiedad, llanto recurrente, tendencia al ensimismamiento, apatía, desinterés del cuidado de la salud, de la apariencia personal, aumento o pérdida del peso corporal, búsqueda constante de la aprobación de los otros, mermas significativas de la autoestima, relaciones conflictivas, más dificultad [para sentir placer y disfrute personal.
Por otra parte, créanme no nos deja nada el solo centrarse en el momento actual de forma equivocada, es decir, solo disfrutando de los placeres inmediatos, sin cultivar un propósito claro en la vida. Supera tu dependencia de los estímulos externos para sentir satisfacción, como por ejemplo las actividades de entretenimiento, redes sociales, etc. Eso mas temprano que tarde te llevará a la enfermedad física y mental, por el vacío que nos deja.
Te en cuenta que la elección entre vivir para mejorar o vivir por vivir depende del enfoque que cada uno de nosotros queremos darle a nuestra vida. La primera opción promueve un crecimiento personal y la búsqueda de un propósito, mientras que la segunda puede llevar a una existencia más pasiva y centrada en la fatuidad del momento presente, no enfocada en el verdadero “aquí y ahora”.
Vive desde la sustancia que implica un trabajo interior real. Aprende a vivir contigo mismo, a convivir y comunicarte con otros y a afrontar la vida desde el pensar, valorar y crear, lo cual te traerá tantas satisfacciones que conocerás esa tan ansiada felicidad que desean todos, que no es más que la suma de muchos y pequeñitos momentos gratos.
Vivir es una gran responsabilidad, así que asúmela de una vez por todas y marca la diferencia entre el MAL ESTAR y el BIEN ESTAR.
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