Inminente «explosión» de crisis en el Darién: Más de 150.000 personas cruzaron la selva en 2022

Carlos Ramiro Chacín
Por Carlos Ramiro Chacín 5 Min de Lectura
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Migrantes esperan para abordar una lancha hacia la frontera con Panamá. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda||

Según cifras de las autoridades panameñas, en 2021 cruzaron la selva del Darién 133.726 migrantes, un número que jamás se había registrado por la dificultad del trayecto. Sin embargo, las cifras no paran de aumentar y en los primeros nueve meses de este año ya van 151.572.

Por tanto, en el pueblo colombiano de Necoclí ya se acostumbraron a que a diario cientos de personas acampen en sus playas. Todos se encuentran a la espera de coger las lanchas que los llevan a la frontera de Panamá en una travesía migratoria hacia Estados Unidos que crece cada día y amenaza con «explotar».

Es un flujo constante de personas de todo el mundo, familias enteras que caminan juntas y que solo comparten las ganas de conseguir un futuro mejor a cualquier costo, incluso el de pasar por uno de los pasos fronterizos más peligrosos del mundo: la aventura de una semana por una selva frondosa, montañosa, que dicen que se traga a las personas.

Migrantes cocinan en la playa mientras esperan para abordar una lancha hacia la frontera con Panamá, el 6 de octubre, en Necocli. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

Necoclí es la primera parada en la ruta por el Darién. Este es un pueblo antioqueño situado en la costa este del golfo del Urabá, en el Caribe colombiano, donde, arrullados por el vallenato y la salsa de los kioskos de la playa, los migrantes descansan acostados sobre la arena mientras sus hijos se bañan en el mar o juegan a hacer castillos con fichas de dominó.

NUEVA OLA DE MIGRANTES VENEZOLANOS

Mientras el año pasado casi la totalidad fueron haitianos, este año más del 70 % son venezolanos, algunos de los cuales se suben a las lanchas tarareando «Pedro Navaja», del panameño Rubén Blades, cuando se escucha de fondo.

Leonardo, un migrante venezolanos. no consiguió tiquetes en las lanchas hasta el domingo. En consecuencia, su familia y las 40 personas que lo acompañan, tendrán que esperar hasta entonces en la playa.

«Algunos dicen que Venezuela se mejoró, pero es una gran mentira», dice Yasmari, una de los miembros de esta gran familia. Van alentados por conocidos que desde Estados Unidos les dicen que allí las cosas están mejor.

Migrantes esperan para abordar una lancha hacia la frontera con Panamá en Necocli. EFE/ Mauricio Dueñas Castañeda

No dudan en confesar que les da miedo lo que tienen por delante, una selva donde los riesgos intrínsecos de las crecidas de ríos, picaduras de insectos, empinadas lomas repletas de lodo y las lluvias torrenciales se juntan con robos, violaciones y otros peligros.

Pero eso, aseguran, es mejor que quedarse de donde vienen. El miedo no opaca la voluntad de conseguir un futuro, aunque eso suponga hacer costumbre una realidad que roza lo irreal y sobre todo lo inhumano.

SITUACIÓN COMPLICADA

«La situación está difícil. Nos va a estallar esta vaina en la cara«, confiesa una persona de Capurganá, ya casi en la frontera con Panamá. Según reseñó EFE, dijo que cada día están pasando entre 1.200 y 1.600 personas, mientras el año pasado, por limitaciones del Gobierno colombiano, solo podían pasar 650.

Desde que comenzó a recibir este éxodo constante de personas en tránsito Necoclí ha evolucionado. La migración es un negocio fácil de percibir. Ahora el edificio de la empresa que gestiona las lanchas que lleva a los migrantes está en expansión: compraron tres embarcaciones más.

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Inminente "explosión" de crisis en el Darién: Más de 150.000 personas cruzaron la selva en 2022
Según las autoridades, más de 80.000 venezolanos cruzaron la selva del Darién durante 2022. Foto: cortesía

Hay más hoteles y los negocios informales, de venta de comida, botas de caucho o cambio de dólares, florecen por el humilde paseo marítimo. Mientras tanto, la basura se acumula en las esquinas y los migrantes caminan de un lado para otro haciendo acopio de lo necesario para la travesía por la selva.

El muelle de tablas de madera de apenas 200 metros ahora mira receloso al flamante muelle de cemento, que construyeron rápido. Sin embargo, no lo inaugurado  porque es demasiado alto para las lanchas

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