En medio de un verano cada vez más abrasador, EEUU enfrenta un enemigo invisible pero letal: el domo de calor.
Este fenómeno meteorológico, también conocido como “cúpula de calor” o “cresta de la muerte”, se forma cuando una gran área de alta presión atmosférica se instala sobre una región durante días o semanas.
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El aire desciende, se comprime y calienta, atrapando el calor como si una tapa invisible cubriera el cielo. El resultado: temperaturas que pueden superar los 49 °C en el oeste del país y mantenerse por encima de los 38 °C en el este.
Lo que hace al domo de calor especialmente peligroso no es solo su intensidad, sino su persistencia. A diferencia de una ola de calor pasajera, este fenómeno bloquea la circulación del aire, impide la formación de nubes y elimina cualquier posibilidad de lluvia.
El suelo se seca, la humedad desaparece y el calor se intensifica día tras día. En zonas agrícolas, esto puede devastar cosechas y agotar fuentes de agua, mientras que en las ciudades, el asfalto y concreto actúan como hornos que amplifican el efecto.
El impacto en la salud pública es alarmante. Según el Servicio Meteorológico Nacional, el calor extremo es el fenómeno climático que más muertes provoca en Estados Unidos, superando incluso a huracanes y tornados.
Las víctimas más vulnerables son personas mayores, trabajadores al aire libre y quienes no tienen acceso a aire acondicionado.

De hecho, las autoridades han tenido que establecer centros de enfriamiento y emitir alertas sanitarias para mitigar los efectos de estas olas de calor prolongadas.
Curiosamente, el domo de calor también puede actuar como un escudo atmosférico, desviando tormentas tropicales y huracanes lejos de ciertas regiones.
Sin embargo, en sus bordes se forman tormentas severas conocidas como “anillo de fuego”, que pueden generar vientos destructivos y lluvias intensas. Es un fenómeno que, aunque silencioso, tiene el poder de alterar el equilibrio climático y social de vastas regiones.
Con el avance del cambio climático, los expertos advierten que estos domos serán más frecuentes, intensos y duraderos. Ciudades como Phoenix, Dallas y Las Vegas ya están implementando estrategias como pavimentos reflectantes y corredores verdes para enfrentar veranos cada vez más extremos.