Rafael Caro Quintero, conocido como el «Narco de Narcos», es una figura central en la historia del narcotráfico en México.
Fundador del Cártel de Guadalajara en la década de 1980, Caro Quintero fue responsable de transformar el tráfico de drogas en una operación a gran escala.
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Su notoriedad alcanzó su punto máximo tras el secuestro y asesinato del agente de la Administración de Control de Drogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés) Enrique «Kiki» Camarena en 1985, un crimen que marcó un antes y un después en las relaciones entre México y Estados Unidos.
A pesar de haber sido arrestado y condenado, Caro Quintero fue liberado en 2013 debido a un fallo judicial, lo que lo convirtió en uno de los fugitivos más buscados por las autoridades estadounidenses.
El tribunal dictaminó que Caro Quintero, que entonces tenía 60 años, debería haber sido juzgado en un tribunal estatal en lugar de uno federal.
En consecuencia, su liberación provocó una enorme indignación de los estadounidenses.
La extradición de Caro Quintero a Estados Unidos, ocurrida recientemente, no fue un proceso sencillo.
Durante años, el narcotraficante logró evadir la justicia, pero su captura en 2022 marcó el inicio de un largo camino hacia su traslado.
Caro Quintero había permanecido como el fugitivo más buscado por la DEA, que ofrecía hasta US$20 millones por información que ayudara a capturarlo. Y una vez que fue nuevamente apresado, EEUU anunció que solicitaría su extradición inmediata.
Este evento se produce en un contexto de crecientes tensiones entre México y Estados Unidos. Sobre todo con el presidente de EEUU, Donald Trump, ejerciendo presión para que México intensificara sus esfuerzos contra el narcotráfico.
Trump amenazó con imponer aranceles del 25 % a las importaciones mexicanas. Esto, si no se tomaban medidas concretas, lo que incluyó la extradición de figuras clave como Caro Quintero.
La decisión de extraditar a Caro Quintero también refleja un cambio en la estrategia de cooperación bilateral entre ambos países. Para Estados Unidos, su traslado representa un triunfo en la lucha contra el crimen organizado y un mensaje claro de que los cárteles no operarán con impunidad.
Sin embargo, en México, esta acción ha generado debates sobre la soberanía nacional y el impacto que estas extradiciones tienen en la estabilidad interna, ya que pueden desatar luchas de poder dentro de las organizaciones criminales.