El secretario de Estado, Marco Rubio, anunció el cierre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) como ejecutora de la asistencia exterior.
«Esta era de ineficiencia sancionada por el gobierno ha llegado oficialmente a su fin», indicó en un texto divulgado en el sitio web de la Secretaría de Estado.
“A partir del 1 de julio, USAID dejará oficialmente de prestar ayuda exterior. Los programas de ayuda exterior que se ajusten a las políticas de la Administración, y que promuevan los intereses estadounidenses, los administrará el Departamento de Estado, donde se llevarán a cabo con mayor responsabilidad, estrategia y eficiencia“, señaló Rubio.
En este sentido, aseguró que todo servidor público tiene la obligación de garantizar que los programas financiados con fondos públicos beneficien los intereses nacionales. De acuerdo con el secretario de Estado, tras una revisión exhaustiva de miles de programas y más de $715 mil millones en gastos ajustados por inflación a lo largo de décadas habrían evidenciado que la USAID no cumplió con ese estándar.
«Los objetivos de desarrollo rara vez se han cumplido, la inestabilidad a menudo ha empeorado y el sentimiento antiestadounidense solo ha crecido», añadió con respecto a los resultados que han obtenido con la USAID.
Rubio también criticó el gasto de $9,3 mil millones en Gaza y Cisjordania desde 1991, cuyos beneficiarios incluyeron aliados de Hamás, y que, según él, solo generó agravios en lugar de gratitud hacia Estados Unidos.
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«Los únicos que vivían bien eran los ejecutivos de las innumerables ONG, que a menudo disfrutaban de estilos de vida de cinco estrellas financiados por los contribuyentes estadounidenses, mientras aquellos a quienes decían ayudar quedaban cada vez más rezagados», afirmó.
Asimismo, indicó que USAID presentaba sus programas como obras de caridad, en vez de instrumentos de la política exterior estadounidense destinados a promover los intereses nacionales.
A su juicio estos programas promovían con demasiada frecuencia ideales y grupos contrarios a los intereses de Estados Unidos, desde iniciativas globales de “DEI” (diversidad, equidad e inclusión), censura y operaciones de cambio de régimen, hasta ONG y organizaciones internacionales alineadas con China y otros adversarios geopolíticos.
«Eso termina hoy, y donde antes había un arcoíris de logotipos irreconocibles en la ayuda que salva vidas, ahora habrá un solo símbolo reconocible: la bandera estadounidense», asentó.
De cara al futuro, afirmó que realizarán una asistencia «selectiva y limitada en el tiempo», y que se favorecerá a aquellos países que hayan demostrado tanto la capacidad como la voluntad de ayudarse a sí mismos. Además, los recursos se dirigirán a áreas donde puedan tener un efecto multiplicador y catalizar inversiones duraderas del sector privado, incluidas empresas estadounidenses, y de fondos globales.